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Gestionando Rabietas con Disciplina Positiva: Entendiendo el Cerebro Infantil

Lidiar con las rabietas de nuestros hijos entre los 2 y 5 años puede ser un desafío abrumador. La disciplina positiva nos ofrece una perspectiva más comprensiva y efectiva para manejar estos estallidos emocionales. Antes de abordar las técnicas, es fundamental entender qué son las rabietas y cómo funciona el cerebro del niño en este proceso.

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El Concepto de Rabieta

La Real Academia Española define una rabieta como un “enojo grande, especialmente cuando se toma por leve motivo y dura poco”. Es esencial deshacernos de consejos desactualizados que sugieren ignorar o reñir al niño durante una rabieta. En lugar de eso, debemos reconocer que las rabietas son manifestaciones intensas de emociones, principalmente frustración, rabia y miedo. Comprender esto nos permite acompañar a nuestros hijos de manera efectiva.

El Cerebro Infantil

Para manejar las rabietas, es crucial comprender el cerebro en desarrollo de un niño. Su cerebro no es una versión en miniatura del cerebro adulto, sino una entidad única que consiste en tres cerebros en uno: el reptiliano, emocional y racional.

En los primeros años de vida, los cerebros predominantes son el reptiliano y el emocional. Esto significa que los niños no pueden razonar como los adultos cuando se sienten frustrados o estresados.

La amígdala y el hipotálamo entran en acción durante el enojo o el miedo, liberando adrenalina y cortisol, conocida como la “hormona del estrés”. Esto provoca un “secuestro emocional” que el niño no puede manejar racionalmente.

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5 Pautas para Gestionar las Rabietas con Disciplina Positiva

1. Amabilidad y Firmeza: Es fundamental mostrar empatía hacia las emociones del niño, pero también establecer límites adecuados. No se trata de ceder a los caprichos, sino de permitir que el niño sienta sus emociones mientras se le brinda apoyo y consuelo sin comentarios hirientes.

2. Conexión: Priorizar la conexión antes que la corrección. Ponernos a su nivel, mirar a los ojos, tranquilizar con empatía y ofrecer un abrazo pueden ayudar a liberar oxitocina y endorfinas, promoviendo la calma.

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3. Espacio y Time Out Positivo: En ocasiones, dar un respiro a la situación es lo mejor para evitar perder la paciencia y dar al niño un ejemplo de cómo manejar el conflicto.

4. Búsqueda de Soluciones: Ayudar al niño a explorar nuevas alternativas para abordar su frustración, ya que su cerebro en desarrollo puede tener dificultades para ser flexible.

5. Cuando Llega la Calma: Después de la tormenta, conversar tranquilamente sobre lo sucedido es esencial para fomentar la educación emocional. Esto se logra en un tono calmado, sin reproches y desde el cariño.

Como modelos a seguir, debemos recordar que nuestro comportamiento durante una rabieta es crucial. Si perdemos los nervios, los niños imitarán nuestra reacción. Cuidarnos a nosotros mismos nos permite cuidar a nuestros hijos y recordar que su comportamiento ante la rabia será influenciado por nuestra respuesta.

Gestionar las rabietas desde la disciplina positiva implica comprender el desarrollo del cerebro infantil y responder con empatía, límites firmes y amor. Al enfocarnos en la conexión en lugar de la corrección, ayudamos a nuestros hijos a desarrollar habilidades emocionales y a afrontar estas difíciles situaciones de manera más saludable. Ser conscientes de nuestro papel como modelos a seguir nos permite brindar el apoyo necesario para ayudar a nuestros hijos a superar las rabietas y crecer emocionalmente.